En nuestro repaso a la Energía libre y a los intentos por obtenerla hay una relación entre los potenciales energéticos de niveles dimensionales superiores y algunas prácticas de magia negra que utilizan esta energía con fines perversos y que la tradición popular combate con rituales físicos o materiales.
Para la Ciencia son absurdas técnicas para limpiar las viviendas de fuerzas indeseables a las que se atribuyen enfermedades, mala suerte y el rápido mustiamiento de plantas En la mayoría de los casos, estos "fenómenos' están relacionados con emanaciones malsanas de origen telúrico -como las que se hallan en los cruces de las redes de Hartmann y Curry, sobre corrientes subterráneas de agua, oquedades...-, o con las ondas de forma nocivas emitidas por objetos con formas "agresivas" o muebles mal colocados.
Se trata de ondas, probablemente escalares o no herzianas, debidas a causas físicas.En algunos países se estudian ya tímidamente, y en China han dado lugar al sofisticado arte del Feng Shui.
Son mucho más frecuentes de lo que se cree; incluso en centros médicos con medios de diagnóstico adecuados son registradas en un número insospechado de pacientes.
Estos perjuicios de origen telúrico o similar, con una explicación física más o menos aceptable, se eliminan con procedimientos relacionados con la Física y la Radiestesia.
Los expertos geobiólogos conocen estos métodos y son los indicados para tratar el tema. Sin embargo, existen otras nocividades de origen presuntamente paranormal como maleficios, aojamientos o, incluso, molestas entidades que, según la creencia de muchos, merodean por el bajo astral y no es posible eliminar por las técnicas citadas.
Para limpiar las viviendas infestadas por estas fuerzas se utilizan popularmente una serie de rituales no demasiado complicados, en los que intervienen el agua, la sal, determinadas hierbas, aceite de oliva, sahumerios, velas, etc.; o bien un simple método como el de la sal y el vinagre.
La creencia general de la Ciencia es que esta magia funciona por la propia autosugestión del practicante que, después del correspondiente ritual y totalmente convencido de su efectividad, cambia su actitud negativa por una positiva que influye favorablemente en su entorno.
No obstante, la extrañeza de algunas anómalas reacciones físico-químicas que desafían las leyes de la Física y la Química nos hace pensar en la intervención de fuerzas desconocidas en estas limpiezas y que nada tienen que ver con la autosugestión.
Entre todos estos fenómenos, quizás el más espectacular es el ya citado de la sal y el vinagre. Enigma del ritual de la sal y el vinagre La sal y el vinagre son ingredientes míticos utilizados desde tiempos remotos en la Alquimia, en religiones, rituales de magia, etc.
Son elementos tradicionales de la hospitalidad en muchos países. Por ejemplo, según las Ordenanzas Militares de Carlos III, los soldados tenían derecho a exigirlos donde se alojasen.El ritual de la sal y el vinagre se basa en una reacción entre ambos compuestos, que podríamos situar en la frontera entre la físico-química y la brujería.
Es un proceso de limpieza muy antiguo, discutible si se quiere, pero que en la práctica elimina la nocividad o el maleficio en la mayoría de los casos. Para efectuar el ritual se echa un puñado de sal marina o sal gorda en un cuenco de barro -una vasija de loza o vidrio sirve igualmente- que contenga un poco de vinagre en el fondo. El cuenco se pone sobre un plato sopero -para evitar manchas- y se deja en reposo en un lugar de la habitación que se quiere purificar (encima de un armario, dentro de un cajón, o cualquier otro sitio donde no estorbe). Es entonces cuando ocurre lo insólito.
Si en el ambiente hay una negatividad, al día siguiente o antes comprobaremos cómo la sal ha trepado por las paredes interiores de la vasija llegando hasta el borde y baja por el exterior, derramándose en el plato, que para eso se pone.
La velocidad de esta reacción parece que depende de la intensidad de la negatividad, y a veces tarda varios días en iniciarse.
Normalmente se deja en reposo durante un par de semanas.
Los expertos aconsejan 13 días.
Si el ambiente está cargado y la sal ha remontado las paredes, habrá que limpiar el recipiente y repetir la operación con sal y vinagre nuevos por otros trece días, y así sucesivamente hasta que no haya indicios de reacción.
Esto indicará que la nocividad ha desaparecido.
Si la primera vez la reacción (la subida de la sal) es tímida, parece que con ello es suficiente y no hay que hacerlo de nuevo. Analizando el fenómeno desde el punto de vista físico-químico, una parte de la sal se disuelve en el vinagre, que queda saturado.
Esta solución se evapora ligeramente en la parte más superficial haciendo que cristalice otra vez la sal disuelta anteriormente.
En teoría sería posible que la solución ascendiera hasta el borde de la vasija a través de los nuevos cristales que se van formando en el límite de la superficie, que absorben el vinagre saturado de sal hacia arriba, formando capas superiores de cristales.
Pero este proceso es lento y llevaría semanas que la solución alcanzase el contorno del vaso. En el caso que nos ocupa lo frecuente es que en un día o menos la mezcla sobrepase el borde y se derrame en el plato.
Tiene que haber alguna causa que acelere el proceso, pero ¿cuál? De acuerdo con las leyes de la Química, esta reacción debería producirse o bien siempre que se opera de la misma manera o nunca.
¿Por qué no es reproducible y no se repite cada vez que aplicamos las mismas condiciones?
Cuando en la primera operación ha habido ascenso y derrame de sal y en la segunda -con la misma vasija u otra semejante, la misma cantidad de sal y vinagre, del mismo origen, y a temperatura y humedad similares- no ocurre nada, es que hay otra condición externa que ignoramos y que ha cambiado los factores.
¿Son estas molestas negatividades que supuestamente flotan por el ambiente y que luego desaparecen, las que lo provocan? Ante todo, esta reacción atenta contra el 2º Principio de termodinámica, ya que se crea un cierto orden (la sal que se encarama por la vasija, venciendo la gravedad) a partir de un desorden o elemento homogéneo (la disolución de la sal en el vinagre).
I. Prigogine logró demostrar que esto puede ocurrir con su teoría de las Estructuras Disipativas, que le valió el Premio Nóbel de Química en 1977. Para establecer su teoría se apoyó en la intrigante reacción Belusov-Zhabotinsky (BZ). Prigogine, sin rechazar el 2º Principio de Termodinámica probó que se podía sortear si se daban tres condiciones:
1.- Que se trate de un sistema no lineal, o sea en el que los efectos no sean proporcionales a las causas;
2.- Que esté alejado del equilibrio;
3.- Que un flujo de energía lo atraviese.
El fenómeno del ascenso de la sal es un típico ejemplo