A la consulta de los brujos
La búsqueda de una pareja, la forma de salir de la pobreza o sólo saber qué depara el mañana son consultas frecuentes que cientos de personas realizan a brujos andinos de Bolivia que utilizan estaño derretido en agua para auscultar el futuro.
Estos 'laikas' y 'yatiris', brujos y curanderos venidos del altiplano aymara de La Paz, poseen el don de la adivinación y, según dice la leyenda urbana, suelen estar conectados con los espíritus del más allá o los 'achachilas', los espíritus que moran en los nevados o cerros de los Andes.
Cada año, a finales de junio, estos chamanes nativos se congregan en los alrededores de la plaza de San Pedro, en el corazón de La Paz, paradójicamente como parte de la festividad que rinde homenaje al padre de la iglesia católica.
Junto a ellos, conviven 'pajpacus' charlatanes y embaucadores.
En los recovecos de San Pedro, una tradicional "barriada de indios" de principios de la colonia, estos enigmáticos chamanes exploran el futuro de sus clientes por unas pocas monedas.
Enfundados en ponchos ocres u, ocasionalmente, multicolores atienden a sus clientes furtivos sentados en pequeñas bancas en los resquicios de la callejuelas de este barrio colonial, que albergó, a mediados del siglo pasado, otra tradición: la fiesta del 'Ekeko', diosecillo indígena de la abundancia.
El ritual de los chamanes andinos es igual de uno a otro: en un perol que yace encima de un anafe ardiente, el 'yatiri' vierte un poco de estaño que luego derrama con solemnidad sobre agua fría.
El resultado es una figura amorfa que es escrupulosamente interpretada por el adivinador.
Una protuberancia, una eminencia en la superficie lisa o una concavidad pueden ser señales cruciales para estos brujos que intentan encontrar las claves de la vida en un trozo de metal.